viernes, marzo 30, 2007

 

Foto: plaza Römer

Fotógrafo: Javifields
La plaza más coqueta de Frankfurt es la plaza Römer. Aquí vemos una cuarta parte de la plaza, con las terrazas de restaurantes y bares, la iglesia de San Nicolás y, ante ella, la Fuente de la Justicia.

Una panorámica de la plaza está a una distancia de un clic de aquí.

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miércoles, marzo 28, 2007

 

Postales desde Viena: Ayuntamiento

Ayuntamiento, Viena

El Rathaus, impresionante edificio (neo-gótico, 1872-1883), aloja el gobierno municipal y el del estado de Viena. Caminar por Viena es ir de palacio en palacio, de iglesia en iglesia, de teatro en teatro... Llega un momento en que deja de sorprender la grandiosidad y espectacularidad de los edificios, ese puede ser el momento de acercarse al Prater (el parque cuya noria hizo famosa aquella escena de película entre Orson Welles y Joseph Cotten) o sentarse en un banco del parque del Rathaus y observar los tonos ocres de los árboles y del ayuntamiento.

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lunes, marzo 26, 2007

 

Animalicos: caballos andinos

Camino del cerro Lomas Blancas (3.700 m.)

Son las seis de la mañana. La luna todavía puede verse en el limpísimo cielo azul sobre el Cordón del Plata. Con los ojos aún pegados y la nariz reseca por el desértico clima mendocino y por la noche "en altura" (a 2.800 en Vallecitos), atacamos con paso decidido mi primera modesta ascensión andina.

Las figuras de los caballos andinos se recortan en el quebrado horizonte, expectantes...

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viernes, marzo 23, 2007

 

Frases de cine (XV): Testigo de cargo

Si sobre el texto de una obra teatral de Agatha Christie, escribe un guión y dirige la correspondiente película Billy Wilder, se da el papel protagonista del abogado defensor que permanece en pantalla en un 90% de las escenas a Charles Laughton, el del acusado de asesinato a Tyrone Power y el de su misteriosa esposa a Marlene Dietrich, el resultado sólo puede ser... una Obra Maestra, Testigo de cargo, perteneciente a un género cinematográfico muy exclusivo: el de "las películas en las que no puedes apartar los ojos de la pantalla".

Nominada para 6 Óscars en el año 1958, sólo El puente sobre el río Kwai (con sus 7 Óscars) pudo hacer que no se llevara ninguno. Podéis verla en estos días en la Filmoteca de Zaragoza gracias al ciclo dedicado a Billy Wilder (quien ya aparece por tercera vez en esta serie de "Frases de cine", ¿por qué será?, tras Días sin huella y El apartamento).

Aunque la historia de Christie está muy bien construída, mantiene el interés y tiene un final espectacular, lo más destacable en la película del maestro Wilder es la construcción de los personajes. Todos, desde el gran protagonista, el abogado defensor Sir Wilfrid Robarts (Laughton), el acusado Leonard Vole (Power), la enigmática esposa Christine Vole (Dietrich)... hasta el último de los secundarios, el mayordomo y ayudante Carter (Ian Wolfe), la enfermera Plimsoll (Elsa Lanchester, esposa de Laughton en la vida real), la criada de la víctima, el fiscal, el juez... ¡todos! son personajes bien construídos, personajes inteligentes y con sentido del humor. Hasta los objetos son personajes que cuentan su historia (Wilder, aprendiz y heredero de Ernst Lubitsch): las pastillas del abogado creando dibujos sobre su mesa y disminuyendo en número con el transcurrir del juicio, el cuchillo bien afilado esperando una víctima, el sombrero de la víctima (ver frase sobre él más abajo), el termo de cacao empeñado en contener brandy, los puros objeto de deseo—, el acordeón que todavía respira...

La película de hoy: Testigo de cargo
Título original: Witness for the Prosecution
Director: Billy Wilder
Año: 1957
IMDB: más información

Laughton y Dietrich en Testigo de cargo (Billy Wilder, 1957)

Cuentan que Laughton regalaba en los ensayos al resto del equipo sus interpretaciones de todos los personajes de la película distintos al suyo, cambiando la voz y el gesto para cada uno de ellos y dándoles material a todos sobre cómo mejorar su trabajo. Wilder diría después: Laughton es el mejor actor con el que he trabajado.

Podría escribir una serie entera de anotaciones sobre esta película... quizás escriba una serie sobre Wilder, pero terminemos por ahora con algunas frases.

Sir Wilfrid. Constantemente me sorprende que los sombreros de señora no provoquen más asesinatos.


Leonard Vole.¿Qué estás buscando?
Christine Vole.Mi acordeón.
Leonard Vole. [pisando el acordeón] Creo que lo he encontrado.
Christine Vole.Písalo de nuevo. Todavía respira.


Leonard Vole. Pero esto es Inglaterra, donde creo que ustedes nunca arrestan y declaran culpable a la gente por crímenes que no han cometido.
Sir Wilfrid. Intentamos que no se convierta en una costumbre.


Sir Wilfrid.¡Si fuera usted una mujer, señorita Plimsoll, la golpearía!


Christine Vole.¿Recuerda?. Cuando fuí a verle, me dijo que ningún jurado creería en la coartada presentada por una amante esposa por mucho que jurara que su marido era inocente. Eso me dió la idea...

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miércoles, marzo 21, 2007

 

Foto: en antena

Fotógrafo: el amigo Santiago
Dos veces he estado en antena. La última, hablando de un tema apasionante, pero en una emisora que prefiero no mencionar. La primera hablando de otro tema algo más aburrido, pero en la entrañable emisora universitaria mendocina.

El tiempo en la radio transcurre rápido. Es el tiempo más rápido que conozco... velocidad temporal sólo comparable al paso de la década de los treinta en la vida humana...

Contadme alguna experiencia de tiempo psicológico... tiempo rápido, tiempo lento, el que sea... contadme vosotros, que yo estoy en crisis de ideas, y la crisis ya dura 44 años...

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lunes, marzo 19, 2007

 

El Teatro Nacional Croata, en Zagreb

Foto: Javifields
Seguimos con la serie teatros del mundo deteniéndonos esta vez frente a la luminosa fachada del teatro de Zagreb.

Diseñado por arquitectos vieneses (Ferdinand Fellner y Herman Helmer) se construyó en tan sólo 16 meses, a finales del siglo XIX, siendo inaugurado el 14 de octubre de 1895 por el Emperador Francisco José I (el marido de Isabel de Wittelsbach, Sissi). Para ello golpeó varias veces con un martillo de plata en la puerta de la balconada principal, sobre la entrada (qué ganas de hacer el payaso).

Está en la plaza del Mariscal Tito... debe ser una de las pocas ciudades ex-yugoslavas en la que se mantiene una plaza con este nombre... bueno, quizás se lo hayan cambiado ya, no sé.

Como no tengo fotos del interior, cierro la anotación con el cartel anunciador de la representación inaugural, de hace 112 años.

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viernes, marzo 16, 2007

 

Foto: barranco de la Pardina

Fotógrafo: Javifields
El barranco de la Pardina es el torrente más importante del río Vellos. Crea una garganta no comparable en longitud ni profundidad con la del cañón de Añisclo, al que se une cerca de la zona de La Ripareta, pero aún así de un tamaño considerable.

En la foto lo vemos desde arriba, en la zona de Cuello Arenas.

Así, a ojo, puede haber un desnivel de unos 800 metros, unos 2.800 según la Comunidad de Madrid.

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miércoles, marzo 14, 2007

 

Postales desde Viena: Calle Graben

Calle Graben, Viena

En la postal anterior veíamos la catedral de San Esteban desde el inicio de la calle Graben, el centro comercial de la ciudad. Amplia, peatonal, siempre animada, llena de comercios de esos que te atraen la vista (Knize, Braun, Zur Schwäbischen Jungfrau...), confiterías increíbles (Altmann & Kühne), restaurantes y cafés elegantes... y todo en menos de 300 metros que tiene de larga.

Lo más característico de la calle es la Columna de la Peste. Es un monumento barroco que conmemora el fin de una epidemia de peste negra en el siglo XVII. Dicen que el rey Leopoldo I no huyó de la ciudad, como hacían otros reyes y nobles en otras grandes ciudades, sino que se quedó a sufrir el mismo destino que sus súbditos, e hizo campaña sobre buenas costumbres higiénicas impensables en la época, como por ejemplo... ¡lavarse las manos alguna vez!

Una nota curiosa: la calle Graben aparece mencionada en el libro La interpretación de los sueños, de Sigmund Freud (1898). Concretamente en el capítulo quinto (Material y fuentes de los sueños), sección segunda (Lo infantil como fuente onírica):
Detrás del siguiente sueño de una señora mayor se esconde toda una serie de recuerdos infantiles reunidos en una fantasía. «Sale apresuradamente a hacer varias comisiones. Al llegar al "Graben", se desploma en el suelo de rodillas, como "reventada". En derredor suyo se arremolina un grupo de gente en el que predominan los cocheros de punto, pero nadie la auxilia. Varias veces intenta en vano incorporarse. Por fin debe de haberlo conseguido, pues la meten en un coche que va a llevarla a su casa. A través de la ventanilla la arrojan una pesada cesta muy voluminosa (parecida a una cesta de la compra).»
Más abajo explica:
La sujeto de este sueño es aquella paciente que en su vida onírica es siempre apurada, como de niña apuraba ella a las demás. La primera escena de su sueño procede, sin duda alguna, del recuerdo de haber visto caer a un caballo en la calle o en las carreras, accidente al que alude también la expresión «como reventada». En años anteriores había sido la sujeto una gran amazona, y es de suponer que en sus años infantiles sirviera también alguna vez de caballo a sus compañeros de juego. A este tema de la «caída» pertenece su primer recuerdo infantil, referente al hijo de su portero, muchacho de diecisiete años, que, habiendo sufrido en la calle un ataque epiléptico, fue traído a su casa en su coche. Ella no presenció esta escena, sino que solamente la oyó relatar; pero la representación del ataque epiléptico y del «caído» adquirió un gran poder sobre su fantasía e influyó después en la forma de sus ataques histéricos. Cuando una mujer sueña que «cae», suele esto tener, casi siempre, un sentido sexual. Con ello se convierte en una «mujer caída».

En nuestro sueño resulta esta interpretación más indudable por el lugar en que la paciente cae: el «Graben», plaza de Viena, conocida como mercado de la prostitución; la «cesta de la compra» es susceptible de varias interpretaciones. En primer lugar, recuerda las muchas «cestas» que la sujeto ha dado a sus pretendientes (expresión alemana equivalente a la española «dar calabazas») y que luego, en una ocasión, cree haber recibido a su vez. Con este tema se halla también relacionado el que nadie la quiera ayudar a levantarse, circunstancia que interpreta como un signo de desprecio. La cesta de la compra recuerda, además, determinadas fantasías, descubiertas en el análisis, en las que se imagina casada con persona de condición muy inferior a la suya y tiene que ir personalmente a la compra. Por último, también puede interpretarse la «cesta» como alusión a una sirviente. A esta representación se añaden recuerdos infantiles referentes a una cocinera que, al ser despedida por ladrona, calló de rodillas, suplicante.

En la época de este suceso tenía la sujeto doce años. Recuerda también a una doncella que fue despedida por mantener relaciones sexuales con el cochero de la casa, el cual la tomó después en matrimonio, rehabilitándola. Este recuerdo nos da la fuente de los cocheros del sueño (en el que se niegan, al contrario de como sucedió en la historia real recordada, a «levantar a la mujer caída»). Queda aún por explicar el detalle de arrojar la cesta dentro del coche, y precisamente a través de la ventanilla. Este hecho le recuerda la facturación de los equipajes en las estaciones, el galanteo por la ventana en su residencia campestre y triviales impresiones de su estancia en dicha residencia, tales como la de haber visto a un caballero que desde el jardín iba arrojando ciruelas al interior de la casa, haciéndolas penetrar por una ventana a la que se hallaba asomada una señora, y la del miedo de su hermanita al ver asomarse a la ventana de su cuarto a un aldeano bobo. Por último, emerge detrás de estos recuerdos la oscura reminiscencia de una doncella que tenían en la finca y que solía «perderse» por el campo con un criado. La sujeto tenía por entonces diez años, y es muy posible que advirtiese alguna vez los manejos de aquellos enamorados, los cuales fueron despedidos («facturados», «echados fuera», circunstancia que el sueño representa antinómicamente por la cesta «echada dentro del coche»). A esta historia nos aproximan asimismo, en el análisis, otros caminos. Para designar el equipaje de un criado se usa en Viena la expresión despectiva «las siete ciruelas» (Sieben Zwetschker). «¡Coja usted sus siete ciruelas y márchese!»
A esto lo llamo yo sacarle sacarle jugo a un sueño, ¿no os parece?

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domingo, marzo 11, 2007

 

Contrastes

En la segunda mitad del siglo XVII se construyó esta plaza en pleno centro de La Habana. Está en el distrito de La Habana Vieja, a dos cuadras de la Plaza de San Francisco, a cuatro de la Plaza de Armas, a seis de donde cien años después se levantaría la Catedral. Durante esos cien años fue punto de encuentro de los habaneros, lugar de intercambios comerciales y área residencial de lo mejorcito de la burguesía criolla.

Recibió el nombre de Plaza Nueva.

Plaza, toma I

Por esas cosas de la vida de las plazas, cuando años después se construyó otra plaza, la del Santo Cristo, alguien decidió cambiar el nombre de la Plaza Nueva.

A partir de ese momento se llamaría Plaza Vieja.

Plaza, toma II

La Habana es una ciudad de grandes contrastes. Lujo en los hoteles para turistas extranjeros frente a grandes carencias, casi miseria, en las casas de muchos habaneros. Y la Plaza Vieja es quizás la prueba de ese contraste corporizado en piedra: ambas fotos son de la misma plaza y están tomadas en el mismo minuto, basta con girar la cabeza.

Por cierto, pido disculpas a quienes vinieron conmigo a La Habana y ven que han "desaparecido" en ambas fotos (justo de detrás de las correspondientes bolas centrales). He practicado con el programita de retocar fotos porque hoy la protagonista era la Plaza Vieja.

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jueves, marzo 08, 2007

 

El Sancta Santorum de la Informática

Igual que el fútbol español tiene su catedral en San Mamés, o que la catedral de la ópera mundial es La Scala de Milán, la informática también tiene su catedral, y está en el centro de Europa: el Castillo de Dagstuhl. Su lema es: Where Computer Scientists meet.
El Castillo de Dagstuhl, en mayo de 2003
Está situado en el suroeste de Alemania, al lado de la pequeña ciudad de Wadern, en el estado de Sarre, pegado a la Lorena francesa y a Luxemburgo, rodeado de bosques y campo. Pertenece a una fundación sin ánimo de lucro de la que forman parte el gobierno federal alemán y varias instituciones de investigación de todo el mundo. La actividad más conocida son sus Seminarios. Se celebran casi todas las semanas del año, de lunes a viernes, desde su fundación en 1990. Como dice su página web, un Seminario de Dagstuhl es el evento académico más productivo en el que un investigador en informática puede participar en su vida. Dedicados cada semana a un tema específico de la informática, no tienen un programa fijo; suele haber previsto un pequeño número de conferencias por parte de algunos de los asistentes y el resto del tiempo se organiza sobre la marcha, dependiendo de las reacciones de los participantes. Todos ellos asisten por invitación de la organización, seleccionados de entre los investigadores de más renombre en el tema concreto del seminario y los investigadores jóvenes más prometedores en ese mismo tema.
Panorámica incluyendo el castillo y el edificio nuevo
Está dotado de todo lo que un investigador puede necesitar (biblioteca, computadores, acceso a internet, salas de reuniones...) y desprovisto de todo lo que puede distraer (televisión, instalaciones deportivas, bares...). Cerca del castillo se construyó un edificio moderno comunicado con el castillo por una pasarela acristalada, elevada y cubierta.
Típica vista desde una de las habitaciones del edificio nuevo
Las habitaciones son espartanas, si te asomas a la ventana el paisaje es relajante, pero aburrido. El objetivo es que sólo permanezcas en la habitación el tiempo necesario para dormir. En el comedor, cada día se coloca tu nombre en una mesa distinta, para que te relaciones con gente diferente en cada comida. La capacidad máxima del castillo es de 70 personas, pero un seminario típico reune a unas cuarenta o cincuenta. Por allí estuvimos hace unos pocos años. Animo a los lectores informáticos a trabajar duro para ser invitados en algún día no muy lejano.

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lunes, marzo 05, 2007

 

Frases de cine (XIV): Días sin huella

La última anotación sobre murciélagos me ha hecho recordar la que, a mi juicio, es la mejor escena con murciélago rodada en la historia del cine: la alucinación de un alcohólico en pleno delirium tremens viendo primero con complacencia un ratón asomando por un hueco (inexistente) de la pared y luego con terror cómo un murciélago se abalanza sobre él y lo liquida (escena en YouTube). Lo de menos es que el murciélago no parezca real... hay que ver los anteriores 80 minutos de película para sentir la fuerza de esa escena que te pone de punta los pelos de la nuca.



Es la primera película que trata el alcoholismo de manera seria. Antes de ella los borrachos se incluían en las películas para hacer gracias. Y de hecho, es seguramente la mejor película sobre el tema. Abriría el camino a las posteriores Días de vino y rosas, El borracho, Living Las Vegas... Y no fue fácil para el maestro Wilder abrir el camino. Tuvo que enfrentarse tanto a la industria de bebidas alcohólicas (que ofreció cinco millones de dólares a la productora para que no se rodase) como a los puritanos grupos de presión que estaban en contra de la producción, comercialización y consumo de alcohol (sólo habían pasado 12 años desde la anulación de la Ley Seca). La Paramount llegó incluso a retirarla después del pre-estreno; pocos parecían preparados en el año 45 (del siglo pasado) para ver algo así. Luego se estrenaría, sería nominada a 7 Óscars, y obtendría 4 de ellos: Mejor Película, Mejor Director (Billy Wilder), Mejor Actor Principal (Ray Milland) y Mejor Guión (del propio Wilder junto con Charles Brackett).

La película de hoy: Días sin huella
Título original: The lost weekend
Director: Billy Wilder
Año: 1945
IMDB: más información

Días sin huella (Billy Wilder, 1945)

Y como esta serie se llama Frases de cine, vamos con algunas de ellas.

Escena comprando botellas, entre el protagonista, Ray Milland (Don Birnam) y el propietario de la licorería, Eddie Laughton (Sr. Brophy):

Don.Dos botellas de aguardiente.
Sr. Brophy.¿De qué marca?
Don.Ya sabe la marca, Sr. Brophy. La más barata. Los licores de 12 años de antigüedad en barriles de madera no son para mi. El alcohol es el mismo en todos.
Sr. Brophy.— ¿Quiere una bolsa? Su hermano dijo que no le vendiéramos ni aún pagando. Pero yo no puedo impedirlo, a menos que sea usted menor de edad.
Don.No soy un menor y tenga tranquila su conciencia, esto me lo llevo para recargar mi mechero.

Escena en el bar de costumbre, entre Ray Milland (Don Birnam) y el camarero, Howard Da Silva (Nat), justo tras "comprar alcohol para el mechero":

Don.¿Cómo esta mi mejor amigo, Nat, hoy?
Nat.¿Si señor Birnam?
Don.Aquí empieza una tarde muy especial. Voy a pedir tu mano en matrimonio.
Nat.¡Mire señor Birnam...!
Don.Si esa es tu actitud entonces tendré que ahogar mis penas en un enorme vaso de licor.

Escena entre Ray Milland (Don Birnam) y su novia, Jane Wyman (Helen St. James):

Helen.— ¿Serás bueno, verdad cariño?
Don.— Si Helen. ¿Pero podríais dejar de vigilarme todo el tiempo? Dejar que lo haga a mi manera. ¡Lo estoy intentando!
Helen.— Ya sé que lo intentas, Don. Los dos lo intentamos. Tú intentas dejar la bebida... y yo intento no dejar de amarte.

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viernes, marzo 02, 2007

 

Animalicos: los habitantes de gua Telinga

Nunca me han gustado las cuevas. No es que tenga (mucha) claustrofobia, pero eso de arrastrarme por una chimenea bajo tierra, con los brazos por delante porque no caben a lo largo del cuerpo y sin poder dar marcha atrás, me pone muy muy nervioso.

Aún recuerdo la primera vez que me metieron en una, a eso de los diez o doce años, en la Selva de Oza. La sala final merecía la pena, muy grande, con estalactitas... pero lo que tuve que pasar para llegar allí aún no se me ha olvidado...

Cuando muchos años después íbamos a entrar a la cueva Telinga, en la selva de Taman Negara, no pude evitar acordarme de la primera cueva (de selva a selva). La diferencia evidente era que yo abultaba el doble, así que si me encontraba con chimeneas como las de Oza, con mi torpeza para reptar, seguro que no pasaba.

Para animarme más, en el grupo que entró delante había una señora... digamos... voluminosa, a quien el guía no sabía si dejar entrar o no. Finalmente le dejó, pero a los cinco minutos la vimos salir llena de barro, sofocada y resoplando, por el mismo agujero por el que se había metido (se supone que había que salir por otra boca de la cueva). "Sencillamente no quepo", nos dijo.

Finalmente entramos y no fue para tanto. Se cabía de sobra. Eso si, barro había bastante, y conseguí que los únicos pantalones que llevaba para pasar un mes (espíritu mochilero...) quedaran hechos una mierda en la primera semana de viaje.

Lo más curioso de la cueva, aparte del barrizal (está escavada por el río Telinga, así que agua no falta), es la cantidad de murciélagos de varias especies que la habitan. Cuando los ojos se acostumbran a la oscuridad empiezas a notar que todas esas manchas negras que ves en las paredes y techo no son piedras, sino murciélagos colgando.

Si acercas una linterna a uno de ellos, se vuelven todos como locos, echan a volar y sientes cientos de bichos volando alrededor de tu cabeza lanzando chillidos casi inaudibles. Yo, aragonés precavido, me puse mi gorro blanco para que me vieran bien y no se golpearan con mi cabezota...

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