viernes, noviembre 25, 2005
Bumeranes de Consolación
Es muy difícil dotar de prestigio a un premio, sea éste literario, deportivo, gastronómico, o de cualquier otro ámbito de la actividad humana. Normalmente se requiere una larga trayectoria y son fundamentalmente los méritos de los premiados los que otorgan la categoría al propio premio.
Siendo el Didjeridoo Gigante un premio todavía joven —un día de historia y sólamente un blogero premiado hasta el momento— goza ya de reconocimiento y prestigio, de forma que muchos blogeros desearían verlo colgado en la sección de distinciones de sus bitácoras.
Es muy difícil dotar de categoría a un premio, decíamos, pero es muy fácil desprestigiarlo. Bastaría con incumplir alguna de las estrictas reglas que se exigen para su imposición para que se convirtiese en... el hazmerreír de todos los premios, en un premio de opereta.
Y no queremos que pase esto... ¿verdad lectores? ¿¡eh!?
No obstante, debemos reconocer la originalidad y méritos de que han hecho gala algunos de los aspirantes al Didjeridoo Gigante. No sería justo que su esfuerzo cayera en saco roto. Situaciones de este tipo son resueltas en las ceremonias de entrega de otros prestigiosos premios con la adjudicación de algún premio de consolación. Pongamos por ejemplo el caso del conocido, pero nunca bien ponderado, Gorro de Honor. En el caso de ese premio, la consolación lógica consiste en la entrega del Medio Gorro de Honor, que como todos saben, luce de forma análoga si bien con la mitad de intensidad. Pero claro, no nos sirve ese tipo de solución en este caso. Sobre todo, conociendo la historia del descubrimiento del didjeridoo...
¿quién querría quedarse con medio didjeridoo? ¿eh? ¿¡quién!?
En casos como éste, el comité de adjudicación de premios debe echar mano de sus mejores recursos y, al tiempo que se mantiene el prestigio del premio mayor, debe instaurarse un premio de consolación que ensalce en su justa medida a los meritorios aspirantes que no lograron el máximo galardón.
Por todo ello, venido desde tierras lejanas, desde la misma región recóndita en que se descubrió el didjeridoo, la tierra de Arnhem, les presentamos el premio de consolación del Didjeridoo Gigante: el imperdible Bumerán de Consolación, imperdible porque por muy fuerte que lo tires siempre vuelve a tu cabeza.
Llegamos, finalmente —que algunos estarán ya comiéndose los nudillos— a la ceremonia de entrega de los primeros Bumeranes de Consolación.
Por sus méritos fotográficos, por demostrar su decidido carácter monárquico, posando acompañado del resto de la familia ante una reproducción de tamaño real de la "familia constitucionalmente privilegiada", y sin ruborizarse por ello, le corresponde un Bumerán de Consolación a Wile E. Coyote.
Por sus méritos fonográficos, por conseguir los impresionantes mensajes sonoros oficiales de los dos miembros más importantes de la "familia constitucionalmente privilegiada", el miembro en ejercicio y el miembro sucesor, mensajes que pueden ustedes descargar y escuchar desde la página oficial del gabinete informático de la Casa Privilegiada Superior, le corresponde un Bumerán de Consolación a El-Aragon.
Enhorabuena a los premiados, desde hoy los enlaces a sus respectivas bitácoras lucirán la preciada e imperdible distinción, y... que sus respectivos bumeranes les sirvan de consolación por no haber conseguido el Didjeridoo Gigante.
Se cierra aquí la presente edición de estos premios.
Siendo el Didjeridoo Gigante un premio todavía joven —un día de historia y sólamente un blogero premiado hasta el momento— goza ya de reconocimiento y prestigio, de forma que muchos blogeros desearían verlo colgado en la sección de distinciones de sus bitácoras.
Es muy difícil dotar de categoría a un premio, decíamos, pero es muy fácil desprestigiarlo. Bastaría con incumplir alguna de las estrictas reglas que se exigen para su imposición para que se convirtiese en... el hazmerreír de todos los premios, en un premio de opereta.
Y no queremos que pase esto... ¿verdad lectores? ¿¡eh!?
No obstante, debemos reconocer la originalidad y méritos de que han hecho gala algunos de los aspirantes al Didjeridoo Gigante. No sería justo que su esfuerzo cayera en saco roto. Situaciones de este tipo son resueltas en las ceremonias de entrega de otros prestigiosos premios con la adjudicación de algún premio de consolación. Pongamos por ejemplo el caso del conocido, pero nunca bien ponderado, Gorro de Honor. En el caso de ese premio, la consolación lógica consiste en la entrega del Medio Gorro de Honor, que como todos saben, luce de forma análoga si bien con la mitad de intensidad. Pero claro, no nos sirve ese tipo de solución en este caso. Sobre todo, conociendo la historia del descubrimiento del didjeridoo...
¿quién querría quedarse con medio didjeridoo? ¿eh? ¿¡quién!?
En casos como éste, el comité de adjudicación de premios debe echar mano de sus mejores recursos y, al tiempo que se mantiene el prestigio del premio mayor, debe instaurarse un premio de consolación que ensalce en su justa medida a los meritorios aspirantes que no lograron el máximo galardón.
Por todo ello, venido desde tierras lejanas, desde la misma región recóndita en que se descubrió el didjeridoo, la tierra de Arnhem, les presentamos el premio de consolación del Didjeridoo Gigante: el imperdible Bumerán de Consolación, imperdible porque por muy fuerte que lo tires siempre vuelve a tu cabeza.
Llegamos, finalmente —que algunos estarán ya comiéndose los nudillos— a la ceremonia de entrega de los primeros Bumeranes de Consolación.
Por sus méritos fotográficos, por demostrar su decidido carácter monárquico, posando acompañado del resto de la familia ante una reproducción de tamaño real de la "familia constitucionalmente privilegiada", y sin ruborizarse por ello, le corresponde un Bumerán de Consolación a Wile E. Coyote.
Por sus méritos fonográficos, por conseguir los impresionantes mensajes sonoros oficiales de los dos miembros más importantes de la "familia constitucionalmente privilegiada", el miembro en ejercicio y el miembro sucesor, mensajes que pueden ustedes descargar y escuchar desde la página oficial del gabinete informático de la Casa Privilegiada Superior, le corresponde un Bumerán de Consolación a El-Aragon.
Enhorabuena a los premiados, desde hoy los enlaces a sus respectivas bitácoras lucirán la preciada e imperdible distinción, y... que sus respectivos bumeranes les sirvan de consolación por no haber conseguido el Didjeridoo Gigante.
Se cierra aquí la presente edición de estos premios.
Etiquetas: premios
comentarios:
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hry hry, como es eso de: " por demostrar su decidido carácter monárquico"?, en realidad la foto esta asi a ver si cuela y algun dia puedo reclamar mis derechos de sucesion (al fin y al cabo salgo al lado de Juanca), además puestos a chupar del dinero de los contribuyentes, mejor que lo haga yo, un pelagato cualquiera que los que llevan haciendolo años y años
de todas formas gracias por el boomerang, pero deberia traer instrucciones, que ya lo he tirado varias veces y no regresa
debe ser más difícil saber tirar un bumerán que tocar el didjeridoo... yo no he conseguido ninguna de las dos cosas, aunque tampoco me he empeñado...
en fin, instrucciones aquí o aquí, pero de la teoría a la práctica... ya se sabe
en fin, instrucciones aquí o aquí, pero de la teoría a la práctica... ya se sabe
Me acuerdo que me trajiste un boomerang hace muchos años de un viaje a australia creo. Un dia que estaba probando, lo tire sin querer contra una farola y se me partio xD
qué memoria, no me acordaba, si quieres seguir probando ven a por el otro que traje, que aún está vivo (el de la foto)
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