"Finalmente, Clemente Campo, Julián Jordán, Bernardo Laclaustra, José Pérez y Miguel Sanchez, vecinos de Asso-Veral, tras ser detenidos, peregrinaron por las cárceles de los pueblos vecinos, para terminar en Jaca. Cuando parecía que todo había sido un error y eran devueltos a su pueblo (un falangista de Jaca que los conducía era primo carnal de unos de ellos) pasaron de largo por el desvío de Asso-Veral para ser conducidos a la pardina de Miramont, donde los fusilaron."

Así narra Esteban Gómez, en su libro El eco de las descargas. Adiós a la esperanza republicana, uno de tantos episodios sucedidos en el inicio de la guerra civil española, en el verano del 36. Y añade una fotografía, que incluyo aquí debajo, junto con su pie de foto original.


Y así lo cuenta en su bitácora Miguel Solana, matemático, profesor de secundaria, concejal del ayuntamiento de Huesca, y nacido precisamente en Artieda.

Y así lo recoge la web de la Federación Estatal de Foros por la Memoria en su noticia nº 3138.

Y así lo contó la prensa.

Y así debió ser, supongo.

Salvo un pequeño detalle, al menos en lo que yo conozco. Ese "falangista de Jaca que los conducía y era primo carnal de uno de ellos" no era primo, sino sobrino de uno de ellos, y yo no tuve noticia de que fuera falangista, pero vaya usted a saber. Tendría el sobrino por aquel entonces no mucho más de veinte años, si no menos, y había tenido la "suerte" de ir a caer en "el otro bando" y de tocarle "pasear" a su tío de aquí para allá, y de fusilarlo después, en la pardina de Miramont. Y me imagino, además (pero esto ya es una suposición), que ese hecho le acompañaría, y torturaría quizás, durante el resto de su vida.

Y puedo contar todo esto porque uno de los cinco fusilados en Miramont, Bernardo Laclaustra, era mi abuelo, y ese "falangista de Jaca que les condujo" era mi tío. Al primero no le conocí, por razones obvias, al segundo sí.


Dice wikipedia, "la memoria histórica es un concepto historiográfico de desarrollo relativamente reciente, que puede atribuirse en su formulación más común a Pierre Nora, y que viene a designar el esfuerzo consciente de los grupos humanos por entroncar con su pasado, sea éste real o imaginado, valorándolo y tratándolo con especial respeto."

Creo, por tanto, que el título de esta anotación está justificado y es, además, ajustado al contenido de la misma. Creo que la memoria de lo ocurrido debe pasar de generación en generación, y por eso lo transcribo aquí tal y como lo cuenta Esteban Gómez en su libro y tal y como lo oí contar a varios de los ya fallecidos siete hijos de Bernardo, mi madre entre ellos.

Creo, además, que la historia la escriben los historiadores y, discutidos o no, libros como el de Esteban Gómez son imprescindibles.

Dicho lo cual, añadiré que me sobran los jueces estrella y los políticos oportunistas. Como bien diría Arturo Pérez-Reverte, pueden irse todos ellos al carajo. Que, en lo que a mi concierne, los huesos de Bernardo pueden quedarse tranquilos donde están, en algún lugar de la pardina de Miramont. No los necesito en ningún cementerio ni bajo ninguna lápida.

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