jueves, julio 21, 2005

 

La tierra de mi sombrero (II): tras las huellas de Sandokan

El lunes 12 de agosto de 2002, desde Kuala Lumpur (recordadme más adelante que os cuente cosas de esa ciudad), Juan decidió volverse a Calatayud (las fiestas de Calatayud son lo primero para Juan) y los otros siete "expedicionarios" cogimos un vuelo de Malaysia Airlines con destino Kuching.


Mezquita de Masjid Negara, Kuching, Sarawak (Borneo)

Kuching, la ciudad del gato, es la capital del estado de Sarawak, en el noroeste de Borneo. Es la tierra de las andanzas de Sandokan, el héroe de las novelas de Emilio Salgari (¿habéis leído algo de él? en mis años mozos yo leía mucho a Salgari...). Con una superficie de aproximadamente una cuarta parte de la extensión de España, Sarawak tiene una población de unos dos millones de habitantes, la mayor parte concentrada en unas pocas ciudades, así que se puede decir que es una gran selva casi deshabitada.

Aún siendo la capital y estando habitada por medio millón de personas, en Kuching se tiene la sensación de estar en "la puerta de los confines del mundo". Una anécdota: cuando íbamos por la calle, ya de noche, buscando un hotel, unos niños andaban tras nosotros señalándonos, riendo y sin parar de gritar. Entraron al hotel detrás de nosotros (podéis imaginar que no frecuentamos hoteles de lujo). El encargado de la recepción echó a reir y nos dijo:

¿Sabéis que están diciendo los niños? Dicen:
"¡hombres blancos! ¡hombres blancos! ¡hombres blancos!"


En Borneo somos los hombres blancos. Es una sensación extraña, pero placentera.

Os preguntaréis, ¿qué sentido tiene una vez que uno está en Kuala Lumpur y ha recorrido lo más interesante de la Malasia peninsular meterse en un avión para ir a pasar una semana a una ciudad de Borneo, por muy ciudad-del-gato que sea?

Pues ninguno, salvo escuchar cómo los niños te llaman "el hombre blanco", pasar una semana en Kuching no tiene ningún sentido.

Pero nosotros no íbamos a pasar una semana en Kuching. A la mañana siguiente temprano emprendimos el camino... Objetivo: a la búsqueda de los auténticos indios Iban, los temibles cortadores de cabezas de Borneo, en lo más recóndito del interior de la selva.


Anciano Iban (*)

(*) He recortado de la foto a mis compañeros de viaje, los de las camisetas blancas, espero que no se ofendan, pero el protagonista aquí es el Iban. Por cierto, los Iban cortaban cabezas hasta la mitad del siglo XX. Cuando encontramos al de la foto lo primero que miramos fueron sus manos. Todo Iban se hace tatuajes hasta la muñeca. Pero sólo los que han cortado alguna cabeza en su vida están autorizados a seguir tatuando más allá de la muñeca, en el dorso de la mano. Podéis ver que éste lleva las manos limpias, así que respiramos medianamente tranquilos.

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comentarios:
uy de eso también vi un documental, afortunadamente cazadoresdecabezas vivos creo que solo quedan un par. Y por lo visto tu no te cruzaste con ninguno porque aun la llevas puesta
 
uhi..cortadores de cabezas..me parece super excitante jajajaja me encanta la sangreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
 
Besos
 
pin, desconfía de los sombreros grandes, pueden esconder grandes cabezas o grandes huecos vacíos {:-)

ten cuidado con la sangre, villavelez, a veces no nos trae nada bueno :-P

bacioni per te, stefy ;-)
 
a que te refieres con eso?? se mas especifico por favor!
 
nada villavelez, había olvidado tu afición al cine gore, ya te acabo de explicar con un mail a tu dire de hotmail...
 
acabo de leer tu mensaje...gracias ...eso ya acabo...ahora solo me tengo que asegurar de algunas cosas...no quiero hacerme peliculas ni ideas tontas pero debo asegurarme
 
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