Ya hace meses hablaba aquí de las impresionantes iglesias fortificadas sajonas de Transilvania, pero creo que no he mostrado todavía ninguna. Voy a empezar una mini-serie dedicada a algunas de ellas (no será muy larga, porque no tengo demasiadas, pero servirá para hacerse una idea del asunto).

Algunas de estas iglesias forman parte del Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO, bajo el nombre común de Villages with Fortified Churches in Transylvania.

Desde luego no están en esa lista de la UNESCO todas las que son, y para demostrarlo empezaré por una que no está en esa lista: la impresionante iglesia de Cristian, cerca de Sibiel (del Sibiel de cerca de Sibiu, que hay otros; localización en google maps).


Pasa algo curioso con las iglesias protestantes en Transilvania. La mayoría de la población rumana es ortodoxa (iglesia ortodoxa rumana). La primera minoría, tras los ortodoxos, es la de los católicos. Y la segunda minoría (en porcentaje) es la de los protestantes. Es decir, los protestantes son una "rareza" en el país. El origen de esta rareza son los sajones que fueron desplazados desde tierras germanas para poblar Transilvania en el siglo XIII. Fue el rey de Hungría quien les regaló tierras y les rebajó los impuestos. Pretendía poblar la región para defender su reino de los ataques continuos de los tártaros, que llegaban desde el este. Esos germanos se quedaron allí, posteriormente se unieron a la reforma protestante... y allí siguen. Y es sorprendente que en pequeños pueblos, como éste, pequeñísimas comunidades sajonas (del orden de 20 personas o incluso menos) mantienen su religión, sus costumbres e incluso su idioma, el alemán, transcurridos 700 años desde su implantación en la zona.

Dice la guía de Lonely Planet, "pide la llave de la iglesia en la casa pintada de verde que hay bajando por la carretera que queda al este de los muros de la iglesia". Y así lo hicimos. Y por eso os puedo mostrar fotos de los tejados de Cristian desde lo alto de la torre de su iglesia.


Volveremos más adelante con otras iglesias fortificadas. De momento nos despedimos agradeciendo a la simpática señora que nos mostró, a cambio de "la voluntad", el interior de la iglesia (por cierto, su casa estaba dentro de la muralla).

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