miércoles, junio 22, 2011

 

Foto: Una habitación con vistas

I don't care what I see outside. My vision is within. Here is where the birds sing. Here is where the sky is blue. A Room with a View, 1985.
No me importa lo que veo fuera. Mi visión está dentro. Aquí es donde cantan los pájaros. Aquí es donde el cielo es azul. Una habitación con vistas, 1985.

Foto: Javifields

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martes, junio 14, 2011

 

Dos mil años trayendo el agua

Desde estas piedras miles de años nos contemplan. Esto creo que lo leí en Astérix y Cleopatra, pero le viene al pelo a esta entrada (yaaaa, en realidad lo dijo Napoleón en Egipto, "soldados, cuarenta siglos os contemplan").


El Acueducto de Segovia fue construido entre la segunda mitad del siglo I a.C. y el siglo I d.C., bajo el Imperio Romano y suministró agua del Río Frío a la ciudad hasta el siglo XX.

Salva una distancia de 15 Km., con 958 m de conducción elevada y con pendientes variables, siendo mínimas en la parte central (pilas 88 a 113) con un 0,3% de pendiente.


En total tiene 162 arcos. Desde su llegada a la ciudad hasta la plaza de Día Sanz hay 75 arcos sencillos y a continuación 44 arcadas de orden doble (esto es, 88 arcos), siguiendo después otros cuatro arcos sencillos.

En la parte más alta alcanza los 28 metros (con cerca de 6 metros de cimientos) y tiene dos órdenes de arcos que se sostienen con pilares.


En el primer sector del acueducto aparecen 36 arcos apuntados, reconstruidos en el siglo XV para restaurar la parte destruida por los musulmanes en el año 1072. En el piso superior, los arcos tienen una luz de 5,10 metros, con los pilares de menor altura y grosor que los del piso inferior. El remate es un ático por donde discurre el canal conductor de agua (con una sección en forma de U de 180 x 150 cm), adaptándose el piso inferior a los desniveles del terreno. En el piso inferior, los arcos tienen una luz que oscila alrededor de los 4,50 metros y los pilares disminuyen su grosor de manera escalonada, de abajo arriba: en la coronación tiene una sección de 1,80 x 2,50 metros, mientras que en la base llegan a alcanzar 2,40 x 3 metros.

En las pilas 107, 108 y 109 aparece una cartela (el sotabanco) donde existían inscripciones de letras (presumiblemente de bronce) engastadas con plomo en el granito. La pila 108 posee un grueso mayor en su zona superior y posee dos hornacinas (originales, por las huellas de la gafa de izado en su interior), donde se colocaron dos esculturas en 1520.

Fotos: Javifields (clic para ampliar)

Desde 1985 está inscrito como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.

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lunes, junio 13, 2011

 

Foto y haiku: mariscada zen

hay restaurantes
tan finos: para comer
te dan un haiku

Foto y haiku: Javifields

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sábado, junio 11, 2011

 

Foto y haiku: círculos

Foto y haiku: Javifields




Sobre las rectas
los círculos cerrados
guardan el viento

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viernes, junio 03, 2011

 

Treinta años sobre las tablas :)

Los "Piratas de Guante Blanco" han subido hoy esta foto de hace justo treinta años a su página de Facebook (¡gracias Piratas! ¡qué alegría me habéis dado!).

Representando "Antígona", de Jean Anouilh.
Instituto Domingo Miral de Jaca, 1981.

¡Qué tiempos!

Y éste era mi monólogo inicial, justo en el momento de la foto (si me veis por la calle un día, no me pidáis que os lo repita... ¡porque podría hacerlo!):
Los personajes que aquí ven les representarán la historia de Antígona. Antígona es la chica flaca que está sentada allí, callada. Mira hacia adelante. Piensa. Piensa que será Antígona dentro de un instante, que surgirá súbitamente de la flaca muchacha morena y reconcentrada a quien nadie tomaba en serio en la familia y que se erguirá sola frente al mundo, sola frente a Creón, su tío, que es el rey. Piensa que va a morir, que es joven y que también a ella le hubiera gustado vivir. Pero no hay nada que hacer. Se llama Antígona y tendrá que desempeñar su papel hasta el fin... Y desde que se levantó el telón, siente que se aleja a una velocidad vertiginosa de su hermana Ismena, que charla y ríe con un joven; de todos nosotros, que estamos aquí muy tranquilos mirándola, de nosotros, que no tenemos que morir esta noche.
El joven con quien habla la rubia, la hermosa, la feliz Ismena, es Hemón, el hijo de Creón. Es el prometido de Antígona. Todo lo llevaba hacia Ismena: su afición a la danza y a los juegos, su afición a la felicidad y al éxito, su sensualidad también, pues Ismena es mucho más hermosa que Antígona, y sin embargo una noche, una noche de baile en que sólo había danzado con Ismena, una noche que Ismena estaba deslumbrante con su vestido nuevo, Hemón fue a buscar a Antígona que soñaba en un rincón, como en este momento, rodeando las rodillas con los brazos, y le pidió que fuera su mujer. Nadie comprendió nunca por qué. Antígona alzó sin asombro sus ojos graves hasta él y le dijo que sí con una sonrisita triste... La orquesta atacaba una nueva danza, Ismena reía a carcajadas, allá, en medio de los otros muchachos, y en ese mismo momento, él iba a ser el marido de Antígona. Ignoraba que jamás existiría marido de Antígona en esta tierra y que ese título principesco sólo le daba derecho a morir.
Ese hombre robusto, de pelo blanco, que medita allá, cerca de su paje, es Creón. Es el rey, tiene arrugas, está cansado. Juega el difícil juego de gobernar a los hombres. Antes, en tiempos de Edipo, cuando sólo era el primer personaje de la corte, gustaba de la música, de las bellas encuadernaciones, de los prolongados vagabundeos por las tiendas de los pequeños anticuarios de Tebas. Pero Edipo y su hijo han muerto. Creón dejó sus libros, sus objetos, se arremangó y ocupó su puesto.
A veces, por la noche, está fatigado y se pregunta si no será inútil gobernar a los hombres. Si no será un oficio sórdido que ha de dejarse a otros más apáticos... Y a la mañana siguiente, se plantean problemas concretos que es preciso resolver, y Creón se levanta tranquilo, como un obrero al comienzo de la jornada. 
La anciana que está tejiendo, al lado de La nodriza que ha criado a las dos chicas, es Eurídice, la mujer de Creón. Tejerá durante toda la tragedia hasta que le llegue el turno de levantarse y morir. Es buena, digna, amante. No presta ninguna ayuda a Creón. Creón está solo. Solo con su pequeño paje, que es demasiado pequeño y que tampoco puede hacer nada por él. 
Aquel muchacho pálido, que está allá, en el fondo, soñando pegado a la pared, solitario, es El mensajero. Él vendrá a anunciar la muerte de Hemón dentro de un rato. Por eso no tiene ganas de charlar ni de mezclarse con los demás. Él ya sabe... 
Por último, los tres hombres rubicundos que juegan a las cartas, con el sombrero echado sobre la nuca, son Los guardias. No son malos individuos, tienen mujer, hijos y pequeñas dificultades como todo el mundo, pero detendrán a los acusados, dentro de un instante, con la mayor tranquilidad del mundo. Huelen a ajo, a cuero y a vino tinto y no tienen ninguna imaginación. Son los auxiliares, siempre inocentes y siempre satisfechos de sí mismos, de la justicia. Por el momento, hasta que un nuevo jefe de Tebas con el debido mandato les ordene detenerlo, son auxiliares de justicia de Creón. 
Y ahora que los conocen a todos, podrán representar para ustedes la historia. Comienza en el momento en que los dos hijos de Edipo, Eteocles y Polinice, que debían reinar en Tebas un año cada uno, por turno, se batieron y mataron entre sí al pie de los muros de la ciudad, porque Eteocles, el mayor, al término del primer año en el poder se negó a ceder el puesto a su hermano. Siete grandes príncipes extranjeros a quienes Polinice había ganado para su causa, han sido derrotados frente a las siete puertas de Tebas. Ahora la ciudad está salvada, los dos hermanos enemigos han muerto y Creón, el rey, ha ordenado que a Eteocles, el buen hermano, se le hagan imponentes funerales, pero que Polinice, el bribón, el rebelde, el granuja quede sin llanto y sin sepultura, presa de cuervos y chacales. Quienquiera que se atreva a rendirle homenajes fúnebres será despiadadamente castigado con la muerte.

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