domingo, abril 01, 2012
Treinta años sobre las tablas: Toma dos
En una anotación de junio del año pasado titulada "Treinta años sobre las tablas", incluí una foto del inicio de la obra Antígona, de Jean Anouilh, representada en 1981 en el semi-centenario Instituto Domingo Miral de Jaca. Incluí también en aquella anotación el monólogo inicial, que tuve que memorizar a fuerza de repeticiones, y que todavía me viene a la mente en algunos "momentos tontos".
El fin de semana pasado, el de la celebración de la fiesta central del 50 Aniversario del Domingo Miral, me encontré en los "baúles fotográficos jacetanos" esta foto de grupo, tomada solo unos minutos antes que la otra. ¡Qué jóvenes éramos con treinta años menos!
El duro monólogo que cierra la obra me tocó también a mi. Era... no, es éste que sigue. Se culmina la tragedia en el escenario, empieza la catarsis para los espectadores:
El fin de semana pasado, el de la celebración de la fiesta central del 50 Aniversario del Domingo Miral, me encontré en los "baúles fotográficos jacetanos" esta foto de grupo, tomada solo unos minutos antes que la otra. ¡Qué jóvenes éramos con treinta años menos!
Preparados para representar "Antígona", de Jean Anouilh.
Instituto Domingo Miral de Jaca, 1981.
El duro monólogo que cierra la obra me tocó también a mi. Era... no, es éste que sigue. Se culmina la tragedia en el escenario, empieza la catarsis para los espectadores:
Y es así.
Sin la pequeña Antígona, es cierto, todos hubieran estado muy tranquilos. Pero ahora se acabó. A pesar de todo, están tranquilos. Todos los que tenían que morir han muerto. Los que creían una cosa, y los que creían lo contrario, y aun los que no creían nada y se vieron envueltos en el asunto sin comprender nada. Muertos parecidos, todos, bien rígidos, bien inútiles, bien podridos. Y los que viven todavía, comenzarán despacito a olvidarlos y a confundir sus nombres. Se acabó. Antígona está calmada ahora, jamás sabremos de qué fiebre. Su deber le ha sido perdonado.
Un gran sosiego triste cae sobre Tebas y sobre el palacio vacío donde Creón empezará a esperar la muerte. No queda más que los guardias. A ellos todo esto les da lo mismo; no es asunto suyo. Continúan jugando a las cartas...Como escribía hace pocos días en una red social, el Instituto Domingo Miral me descubrió la actividad grupal más apasionante que conozco, me enseñó a amar el teatro. Gracias a Ángela Abós, gracias a Concha Tovar, gracias a María José Latorre, y gracias a todos los compañeros de reparto en aquella obra. El siguiente vídeo, elaborado por los Piratas de Guante Blanco, es un bonito recuerdo de los 50 años de teatro en el Instituto Domingo Miral.